Estas tres citas nos dan un punto de partida útil para cualquier discusión sobre el nuevo cine latinoamericano, su identidad y los obstáculos a que se enfrenta. Tanto las películas como los directores de este movimiento se han convertido en los últimos años en víctimas de un estereotipo: toda la historia del nuevo cine latinoamericano es medida con lavara de sus primeros clásicos —como si la historia fuese estática, como si la relación entre estética y política, una vez fijada, debiera permanecer siendo la misma para siempre. Y aunque el cine latinoamericano ha sido capaz de penetrar la conciencia y los mercados de Estados Unidos y de Europa con su particular estilo y sus preocupaciones propias, el significado de este debut ha continuado estableciendo el sentido que gobierna la interpretación de toda la obra que se desarrolló posteriormente.